No me
gusta hablar mucho de mis inicios, del tiempo en que siendo un chávito de 9-10
años, ya era material de pedofilia, gordito, nalgóncillo hasta donde me
acuerdo, y con ese gusto raro por los hombres.
Mi papá tenía como religiosa costumbre ir al vapor todos los
domingos, y estaba ya acostumbrado a ir, a ver gente adulta desnuda, recuerdo
que algunas veces me encontré a mí mismo mirando de más a algún señor, las
primeras veces me miraban feo, si estaban sentados frente a mí, cerraban las
piernas y se cubrían con sus toallas, y algunas otras también descubrí como
esos penes peludos crecían poco a poco, como punzaban algunos, y como les
escurría algo blanco a otros.
Teníamos de vecinos a una familia bastante numerosa, papás, y 6
hijos, dos mujeres y cuatro chavos, dos ya mayores, entre 15 y 18, y los
menores, como éramos vecinos, nos hicimos amigos, la niña de mi hermana, y los chavillos
amigos míos, se hizo costumbre que por lo menos yo, me la pasara todo el día
con ellos, ya casi era parte de la familia, mi hermana un poco menos, pero los
chavos y yo éramos inseparables, recuerdo haberme quedado a dormir con ellos
varias veces, y había mucho cariño de mi parte por ellos, y su papá, a quien le
debo mi gusto por los hombres grandes, un señor güero, alto, peludo, imponente
el don.
Alguna vez nos encontramos en el vapor de la colonia, los
mayores platicaban y los chavitos nos dedicábamos a jugar, eran tiempos de
inocencia, y de gusto por coincidir, que se hicieron más constantes, recuerdo
un día en especial en que por la mañana el Don después de saludar a mi papá, le
decía que si se veían al rato en el vapor, mi papá dijo que no, y el don le
pidió permiso para llevarme con ellos, mi jefe accedió, y así lo hicimos, me fui
con ellos al vapor, la dinámica de siempre, estar un rato que nos parecía
eterno en el vapor, para después de rogar y rogar, nos dejara salirnos a jugar,
éramos felices jugando con las mangueras o a andarnos correteando por todo el
lugar, hasta que llegaba la hora de verdad bañarnos, el don se encargaba de sus
hijos, bañándolos con paciencia porque éramos un desmadre, el hecho de
tallarles la espalda, el cuerpo, uno por uno, para después dejarlos ir a jugar
y después dejarlos ir, hasta que llegó mi turno, yo me bañaba solo, pero en esa
ocasión, el don solo me dijo, a ver chaparro, ven para acá!, obedecí, y me hizo
ponerme de espaldas a él, estaba sentado, me puso shampoo en el cabello y me
dejó lavármelo solo, tomó un poco de jabón pero lo puso en su mano, no en el
estropajo como con sus chavos, sentí su mano por mi cuerpo, por mi pecho,
cuello y caderas, me volteó, puso un poco más de jabón en su manos y las pasó por
mi espalda, hasta llegar a mis nalguitas que no tocó, se agachó un poco más y
pasó jabón por mis piernas, hasta que decidió que ya estaba limpio y me dejó
seguir jugando con sus hijos.
Todo transcurrió normal, y siguió de la misma manera, hasta que
otro domingo igual me fui con ellos al vapor, estábamos creciendo, y yo seguía
con la maña de entretenerme viendo vergas, me sabía de memoria las nalgas de
mis amigos, sus vergas pequeñas y algunos pelitos que les iban saliendo a
ellos, pero ver al don era lo máximo, ese torso peludo, esas nalgotas, una
verga que me parecía hermosa y enorme blanca y gruesa en medio de tanto pelo, y
fueron varias veces las que el don me cachó observándolo, y aunque yo me hacía
wey, era evidente que ya se había dado cuenta.
Como siempre, el inevitable momento del baño, mis amigos ya se
bañaban solos, y yo con ellos, recuerdo una ocasión en que el mayor se pasó de
caricias y nos mostraba una erección que nosotros dos mirábamos divertidos,
pero su papá nos cachó y después de un estruendoso grito de "déjense a´i"!!
nos aplacamos, los baño de la misma forma, y de nuevo al último yo, como
siempre, el shampoo y sus manos en mi espalda, solo que me pidió que me acercara
más, porque así no me podía bañar, lo hice y me pegué a él, sentí sus pelos de
la panza en la espalda, y era inevitable que con cada tallada yo le pegara más
las nalgas a su pene hasta ese momento dormido, sentí como me acercó a él, y
con las dos manos me empezó a poner jabón en las ingles, masajeándome con los
dedos y pegándome más a él, me incliné un poco, cosa que no le molestó, e hizo
lo que nunca, sentí su mano en mis nalgas, me tallaba naturalmente, hasta que
por fin dejó ir de más la mano, pasándomela por la entrepierna, mientras me
decía: aquí también hay que lavarse chaparro!!, yo?? estaba extasiado, en la
pendeja total, lo dejé que lo hiciera, hasta que me sacó de mi éxtasis con una
pregunta: ¿ya te lavaste el hoyito? le dije que no, así que me acercó de nuevo
a él, se puso de nuevo jabón las manos, y pasó de forma enérgica su mano entre
mis nalgas, estoy cien por ciento seguro que sentí como sus dedos lavaban o
acariciaban mi culo, estaba sintiendo delicioso y fue inevitable ponerme
erecto, al enjuagarme, el don se dio cuenta, y mientras me enjuagaba, me dijo:
¿qué pasó chaparro, sentiste rico?, no le respondí, y con el jabón en la cara,
me di cuenta cuando se levantaba, y guardaba una erección enorme al cerrarse la
toalla.
No dije nada, jamás pregunté, pero era de cajón el quererme ir
con ellos al vapor cuando mi jefe no quería ir y creo recordar que me enojaba
cuando iba mi papá, se fueron haciendo más y más constantes estas idas al
vapor, y era sensacional cuando nos íbamos solos, una ocasión fue con nosotros
uno de sus hijos mayores, el andaba en su pedo, y nosotros a jugar y jugar, de
nuevo bañadera, y sus cuidados especiales que le dedicaba a mi cuerpo, yo me
dejaba hacer, y era ya un ritual el que me lavara las nalguillas como él
decía, en una de esas, mientras le dedicaba a mi hoyito su lavado especial,
sentí como dejaba ir un dedo, sentí ese entrar en mí, y aunque fue solo por un
momento, sentí ese primer dolor, me quejé, así que el don solo me dijo: ¿te
cayó jabón en el hoyito chaparro?, le dije que sí, me ardía, así que me acercó
a él, para enjuagarme, sentí sus dedos primero enjuagándome, pero después como
me recorría el agujero de diferentes formas, su manota entre mis nalgas, y de
nuevo un dedo queriendo entrar, -para que no me quedara jabón- me dijo, y ese
momento entró su hijo mayor, al que solo distinguí como se quedaba helado al
ver la escena, aquel no dijo nada, solo le dedicó una mirada asesina y un -ya vámonos
no?- que el don respondió ya vamos de forma nerviosa.
Y se terminaron las idas al vapor, y aunque yo seguía yendo con
mi papá, extrañaba esos cariños, meses después, se mudaron, cuando nos
despedimos de ellos, me dijo en un susurro -siempre serás mi chaparro!!- el
siguiente fin de semana se fueron y nunca volvimos a saber de ellos.
Sería porque nos cacharon y eso iba a terminar mal?, creo que
nunca lo voy a saber.
Y Tú, mi calenturiento lector, recuerdas la primera vez que
sentiste rico?
Besos negros y que sientan rico.
Enano Perverrrssso
Diciembre 2020